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Ebel, una historia que nace de una pasión
La marca Ebel es fruto de la pasión compartida entre sus fundadores, Eugène Blum y Alice Levy. En 1911, fundaron su fábrica de relojes en La Chaux-de-Fonds, Suiza. El nombre Ebel se compone de las iniciales de los fundadores, símbolo de su unión en esta aventura relojera.
Una evolución espectacular e innovadora
Desde sus inicios, Ebel se distinguió por su ambición por la innovación. En 1912, un año después de su creación, la marca produjo su primer reloj de pulsera, una revolución en el mundo de la relojería. En 1929, la llegada de Charles-Eugène Blum, hijo de los fundadores, marcó un antes y un después. Su contribución a la calidad y la precisión catapultó a Ebel a la cima de la excelencia relojera. En 1935, Ebel se convirtió en pionero al introducir el sistema "Western Electric", precursor del vibrógrafo, que garantizaba una mayor precisión en los movimientos de los relojes.
Una tradición de excelencia transmitida de generación en generación
La experiencia de Ebel se ha transmitido de generación en generación. Pierre-Alain Blum, otro hijo de la familia, se unió a la empresa para consolidar a Ebel como una de las marcas de lujo más prestigiosas. En la década de 1970 se lanzó el modelo Sport Classic (1977), que fue un gran éxito y fue adoptado por deportes de renombre como el tenis y el golf. Como resultado, Ebel estableció alianzas con los organizadores de importantes eventos deportivos internacionales, consolidando su imagen como marca de lujo.
Una marca fuerte en el mundo de la joyería.
Cada reloj Ebel combina un estilo auténtico con la maestría técnica. Tras el éxito del reloj de anillo patentado y galardonado, Ebel continuó innovando en el siglo XX con modelos icónicos como el Beluga y el Onde. Estas creaciones combinan elegancia y rendimiento, perpetuando la reputación de Ebel como maestro relojero.